MAITE PERRONI – The girl next door
A sus 27 años, el rostro de Maite Perroni refleja una naturalidad poco común para alguien que tomó la decisión de actuar por una casualidad del destino. El inesperado paso por RBD fogueó en ella un carácter maduro y centrado; tal vez por eso la actriz no olvida que gran parte de esta aventura es un accidente fortuito.
Para ella el glamour termina en cuanto se aleja de las cámaras. “Al final lo único que quiero es llegar a mi casa, ponerme la pijama y ver unas películas o platicar con mis amigas” acepta risueña. Será porque sabe que “las cosas más simples son las más reales, las más tangibles y las que llenan la vida”. Una vida que, por cierto, hoy en día está casi por completo absorbida con las grabaciones de la telenovela El Triunfo del Amor, cuyo estreno está programado para finales de octubre y no es otra cosa más que un remake de la clásica Cristal, que alguna vez produjo Carla Estrada. Esta vez, bajo la batuta del productor Salvador México, Maite repetirá la dupla con William Levy.
¿Cómo te entró la espinita de involucrarte con el mundo del espectáculo?
Empezar en esto fue algo muy circunstancial, no era algo que tuviera planeado. No fui una niña que creció diciendo que iba a ser actriz; más bien todo lo contrario. Hacía mi vida normal como cualquier otra adolescente, quería estudiar publicidad o diseño gráfico. De alguna u otra forma me interesaba el mundo de la publicidad, los mensajes y los colores, pero no me imaginé que iba a ser la que estaba frente a la cámara o un comercial. Terminando la prepa, iba de oyente a las universidades, investigué cursos y carreras fuera de México para estudiar publicidad. Hasta que un día, una amiga me pide que la acompañe a hacer un casting para Disney Channel. Ya estando ahí, me ofrecieron participar y de 500 participantes terminé dentro de los 10 finalistas. Ahí fue cuando me pregunté por primera vez: ¿de qué manera y cuándo pasó esto? Lo había hecho, pero sólo por gusto. Cuando termina el casting me dicen que no me quedé, pero que tengo futuro, así se me metió el gusanito.
¿Cuál fue el siguiente paso?
Cuando aún estaba en la secundaria, Eugenio Cobo -qué tenía a su hijo menor también en el colegio Bilbao, como yo- me ofreció entrar al Centro de Educación Artística (de Televisa), oferta que yo rechacé. Hay cosas en la vida que aunque te quites, te tocan. Por eso, cuando sí me dieron ganas recordé ese momento y decidí acercarme a Eugenio a ver qué pasaba. Tras un par de horas de espera afuera de su oficina, me pasó y aún recuerdo las palabras que dijo: “éste es un compromiso”. Es una carrera que la gente minimiza y cree que es sólo estar en la televisión; hay un compromiso con tus colegas y con el público, uno tiene que comunicar algo. Estudié 2 años y medio, durante los cuales pude decidir si éste era realmente el camino que quería tomar. Desde que entré -el 7 de octubre de 2002- no he salido de ahí. Me encanta y es un privilegio poder hacer algo que me gusta tanto como profesión. Es triste ver que haya gente que nunca encuentra su verdadera vocación, soy afortunada por haberme topado de frente con esto.
¿Por ahora dejas a la publicidad la en un cajón?
Me encanta, no dejó de gustarme, en algún futuro quisiera tener alguna agencia, management o RP; poder construir y formar nuevas figuras. Pero también las cosas son por momentos y eso lo dejo para un futuro, necesitaré un espacio sólido para formar una familia y tal vez ése sea un buen momento para desarrollarme en ese mundo.
Cuando te saliste de Rebelde, que era una experiencia grupal, ¿cómo te sentiste? ¿Te liberaste, tenías un rumbo que seguir?
Fue un proceso muy importante, una pauta que implica un nuevo camino. Yo me salí antes de que Rebelde terminara, el problema no era ver qué iba a hacer, sino la decisión de separarme.
¿Qué te hizo dar este salto?
La oportunidad de hacer un protagónico y de empezar esta nueva etapa: sola, sabiendo que el ciclo de RBD estaba terminando. Era un momento crítico. Habían sido cuatro años y medio de construir un sueño y vivir en un fenómeno que se dio sin que pudiéramos darnos cuenta. Era el momento de dar el paso: quedarme atorada en esa etapa de mi vida o seguir a delante. Pensar en mí o quedarme por no tener las agallas y la fuerza para desprenderme. Al final, algo que me ayudó muchísimo es que ellos entendieron la dinámica y logramos llegar a un acuerdo en donde yo podía llegar el fin de semana a los conciertos. En marzo de 2008 hice esta pauta, tomé una carrera más seria en la actuación en Cuidado con el Ángel, pero donde la producción me permite grabar de lunes a viernes, para el fin de semana volar a Rumania, bañarme y subir al escenario para regresar el lunes temprano a grabar. Fue un proceso increíble que sabía que valía la pena: crecí mucho y me afiancé.
¿Cómo fue el proceso de maduración?
Yo no tenía ni idea, no sabía ni cómo dar una entrevista, posar para una fotografía, qué caras poner… Sólo hacía lo que me gustaba, estaba preparándome para algo que creía podía ser mi pasión. Rebelde no fue un mérito propio, fue un regalo de la vida que aproveché.
¿Eres una mujer madura comparada con la niña que entró a RBD?
Bueno, ya pasaron casi 8 años. Obviamente he crecido, pero al mismo tiempo nunca dejas de sorprenderte de lo que hay que aprender: Me siento más segura, más consciente de qué rumbo quiero tomar en mi carrera y en mi vida. Sigue habiendo una infinidad de cosas que no conozco y no sé cómo son, pero eso es parte de la vida. Qué flojera creer que ya lo sabes todo. Por lo pronto, me siento congruente con lo que quiero y lo que hago y… eso es lo importante.
Te veo muy enamorada de la televisión, ¿tienes planes de expandir tus horizontes?
Me encantaría hacer cine, pero sí soy de ir paso a paso. Tengo que cumplir un ciclo.
¿Qué te falta para cerrar este ciclo?
No, no tengo que terminarlo. Hay un concepto muy erróneo desde hace mucho tiempo: que si haces televisión no puedes hacer cine y si haces cine la televisión te queda corta. Es un absurdo, porque son dos géneros distintos, pero no implican un menor compromiso. Ése es el reto: no minimizar las telenovelas y poder darme una oportunidad en cine. A todos los que están en el cine se les olvida que de ahí salieron, que en algún momento hicieron una novela y que esto implica filmar 40 escenas un día en donde tiene que salir en la tercera toma porque hay otras 35 esperando. Para mí, como actriz y como ser humano, es importante darle la importancia que se merece, incursionar en otros géneros pero sin olvidar mis orígenes.
Estás viviendo un momento en el que la televisión está cambiando mucho. ¿Cómo ves este proceso desde dentro?
Tuve la oportunidad de estar en Mujeres Asesinas, una serie que está replanteando muchas cosas, generando mucha expectativa y al mismo tiempo nos da a muchas de las personas que hacemos televisión la oportunidad de hacer un capítulo en otro formato. Es una ventana para que los talentos puedan apreciarse de otra forma y romper los estereotipos que antes mencionaba. Me gusta ver que en otras televisoras también se hacen propuestas interesantes. Muchas veces nos regimos en la doble moral y cuando ves lo real no te gusta, por eso me llama la atención Las Aparicio, por ejemplo. Está bien que expongan las cosas como son y que podamos observar un cambio dentro de los límites que tiene la televisión, que se planteen nuevas cosas, eso está chingón.
¿Qué hay de la música?
Ésa fue una casualidad, un descubrimiento. No cantaba más que en la regadera y lo hacía mal. El día que me paré en un escenario por primera vez, me dije: “esto no es real”, y cuando más lo empecé a disfrutar y más confiada me sentía, fue prácticamente al final. Así que sí me quedó esta espinita, porque sí, al principio la sufrí. Pero cuando ya empecé a dejar que me valiera y lo disfrutaba, me salí… No tengo la preparación, pero si quiero intentarlo algún día, me falta mucho. Celine Dion hay una, Mariah Carey también. O sea, puedo cantar bonito, pero…
¿Hay alguna causa social que te llame la atención o la campaña del Partido Verde fue sólo eso, una campaña?
Estuve en un colegio ecológico. Mucha gente me cuestionaba por esta participación, pero yo nunca lo hice con la idea de ser diputada ni quería cambiar al mundo. Sólo que dentro de mi formación en el Bilbao me inculcaron esa cultura, por eso cuando me invitan me pareció interesante que un partido político pueda preocuparse por el medio ambiente. Sólo fungí como una ciudadana más manifestando su preocupación. Más que nada me enfoqué en eso; mis spots eran sobre las mariposas y las tortugas…
Como figura pública, ¿te sientes comprometida con el público a dar un mensaje?
Sí, pero muchas veces la gente confunde dar un mensaje con ser un ejemplo. Soy un ser humano imperfecto como todos y también voy a tener errores. En ningún momento deseo presentarme como esta figura perfecta e impecable, soy tan vulnerable como cualquier mortal. Sí soy de la idea de que como figura pública tengo la oportunidad en ocasiones de estar frente a un micrófono y decir algo que pueda ser de interés para todos.
¿Te gustaría producir o dirigir en un futuro?
Sí, dicen que soy un poco mandona. Me meto en todo lo que no me importa y cuando esté más preparada, tomaré las riendas de un proyecto y dirigiré o haré una obra de teatro o llevaré algo distinto a la gente. Pero primero tengo que terminar de construirme para en el futuro poder experimentar. Las cosas simples son las que más me llenan. La gente piensa que esto es una carrera glamorosa, pero no. El glamour está en una alfombra roja, en unas fotos ya retocadas, todas estas cosas que son efímeras. La realidad es lo que vives día a día. Lo que más me llena es platicar con mis amigas, quedarme en casa viendo una película en pijama. Las cosas simples son las más reales, las más tangibles y al final del día, de trabajar en un telenovela, necesito este baño de realidad.
Frase
A los que están en el cine se les olvida que salieron de la TV, que en algún momento hicieron una novela y esto implica grabar 40 escenas un día.